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permercados son los actores principales, los
estándares son los elementos para la relación
a lo largo de la cadena y éstos se relacionan
con aspectos sustentables y de salud, pudien-
do también denominarse como con un ca-
pitalismo verde (McMichael, 2009a, 2009b;
Smith, Lawrence & Richards, 2010).
Desafortunadamente las experiencias positi-
vas de desarrollo en el ámbito agrícola son
muy limitadas, restringiéndose a ciertos secto-
res específicos, a ciertas geografías particula-
res y a ciertos momentos históricos concretos.
Ello lo confirman Reardon, Barret, Berdegué,
y Swinnen (2009), quienes encontraron que
la inclusión de los pequeños productores en
las agroindustrias es variante además que de-
pende de varios factores, como las condicio-
nes de mercado, la estructura agrícola y los
recursos con los cuales cuenten, además que
las políticas públicas tienen un rol importante
para aumentar la inclusión de los pequeños
así como el derrame de beneficios prometi-
dos. Esta inclusión sólo puede hacerse a par-
tir de fuertes inversiones en bienes no relacio-
nados con la tierra, como caminos, sistemas
de irrigación, la asociación, el control de las
emisiones de gases de efecto invernadero,
etc., varios de los cuales no están al alcance
de sus propios recursos.
LAS POLÍTICAS PÚBLICAS CAFETALERAS
EN EL SISTEMA DE CUOTAS
La participación pública en el café en México
inicia con la creación de Beneficios Mexica-
nos (BEMEX) en 1945, cuyo propósito fue la
mejora del proceso industrial del grano, pero
sus actividades se extendieron a la comer-
cialización del mismo. Pocos años después,
en 1949, se fundó la Comisión Nacional del
Café, organismo al que se asignó la respon-
sabilidad de las políticas económicas desti-
nadas a este sector, dentro de las cuales se
fomentó la investigación en prácticas produc-
tivas y combate a las plagas.
En 1959 junto con BEMEX y otros organismos
de la Secretaría de Hacienda se creó el Insti-
tuto Mexicano del Café (INMECAFE) (Nolas-
co, 1985) cuyos objetivos fueron la defensa y
mejora del cultivo, el beneficio y el comercio
del café mexicano, tanto en el interior como
en el exterior del país, además de dictar las
políticas económicas para el sector, lo que
hizo por 30 años.
Las actividades del INMECAFE se centraron
en la asesoría, capacitación, organización,
financiamiento, acopio, comercialización y
regulación de los productores del sector so-
cial. Los mejores años del INMECAFE fueron
durante la década de los setenta, época en
la cual participó decididamente en la comer-
cialización del aromático, como respuesta al
gran intermediarismo que existió en este pro-
ducto y a la opresión que sufrían los peque-
ños productores del grano ante los comercia-
lizadores privados.
La asistencia técnica se dio a través de sus
Delegaciones y Centros de Apoyo, donde se
ofreció asistencia para el establecimiento de
semilleros-viveros, manejo de cafetales, le-
vantamiento de la cosecha y en la operación
de la planta agroindustrial, lo cual representó
una estructura extensa en las regiones pro-
ductoras. La asistencia hacia los productores
y sus familias se ofreció por medio de las Uni-
dades Económicas de Producción y Comer-