Página 7 - Economía Cafetera No. 30

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Es por lo anterior, que los recientes debates
relacionados con el desarrollo rural atañen
de manera directa a la caficultura y a la for-
ma como desde hace más de 87 años, la
institucionalidad cafetera ha venido gestando
un modelo de desarrollo basado en la acción
colectiva para la provisión de bienes públicos
que ha coadyuvado a mitigar las tensiones y
dificultades generadas por la concentración
de la tierra y la violencia en el campo colom-
biano las cuales han sido el combustible de
un conflicto armado interno que supera cinco
décadas de existencia.
En este sentido resulta factible asegurar que
tanto la equidad del modelo agrario como
la provisión de bienes públicos, en particular
la educación, son dos elementos necesarios y
no excluyentes para mejorar las condiciones
de vida de la población rural, y que la ca-
ficultura efectivamente puede ser un soporte
para promover una Colombia rural moderna
en un periodo de posconflicto.
En lo que tiene que ver con la equidad, es
importante destacar que aunque en la zona
cafetera la propiedad rural es menos concen-
trada, el coeficiente GINI de propiedad rural
cafetera (0,70) es inferior al de la zona rural
en su conjunto (0,86) e incluso inferior al pro-
medio de América Latina (0,80), es absoluta-
mente necesario complementar el acceso a
la propiedad con el acceso a nuevas tecnolo-
gías, a variedades y sistemas de producción
pertinentes con el entorno, a la asistencia téc-
nica y a bienes públicos que permita a los
productores mejorar su competitividad. Y so-
bre todo, al capital de trabajo que les permita
ser altamente productivos, reducir sus riesgos
y acceder al sistema financiero.
Así mismo, mediante la provisión de bienes
públicos en el sector cafetero se han logrado
importantes avances en materia de equidad.
De esta forma, se destaca el acceso a crédito
por más de 200 mil pequeños productores en
los últimos 5 años, que antes estaban margi-
nados del sistema financiero y que permitió la
transformación hacia un parque cafetero más
productivo. Asimismo a través de la Cédula
Cafetera Inteligente se ha construido un mo-
delo de inclusión financiera rural exitoso, per-
mitiendo el acceso a más de 430 mil cafete-
ros a servicios financieros de diferente índole.
A la vez que los caficultores pueden decir con
orgullo que cuentan con un Servicio de Exten-
sión conformado por cerca de 1.500 técnicos
que brinda un modelo educativo basado en
diferentes técnicas y con el uso de TIC. En el
mismo sentido, se resalta la importante tarea
realizada por Cenicafé en lo referente a la
innovación y desarrollo de variedades resis-
tentes al cambio climático a las que cualquier
productor puede acceder.
Ahora bien, no solo se trata de proveer ele-
mentos de competitividad a través de bienes
públicos sectoriales. Es en este contexto don-
de el tema de la educación toma una especial
relevancia y se convierte también en un factor
de cambio. La educación no necesariamente
debe implicar migración a la ciudad, ni las
oportunidades económicas y desarrollo se li-
mitan al mundo de lo urbano. El habitante del
campo también necesita oportunidades edu-
cativas, que sean relevantes para su entorno,
que lo hagan parte del progreso, y le per-
mitan identificar oportunidades y mejorar su
calidad de vida en el sector rural. Más allá de
hablar de la educación como un bien gené-
rico, se debe hablar de un modelo educativo