Página 8 - Economía Cafetera No. 30

Versión de HTML Básico

7
que se ajuste a la infraestructura disponible
en las veredas, que lleve eficientemente una
plataforma educativa relevante y ajustada a
lo que viven los habitantes del campo.
En este contexto, el Estado no puede ignorar
la problemática de más de 11 millones de
colombianos que habitan el campo, esperan-
do a que el problema rural se marchite por
sí solo. Estaríamos definitivamente perdidos
si hoy que por fin, el Estado y la sociedad
en su conjunto han vuelto sus ojos al cam-
po desaprovechamos como país esta opor-
tunidad única e irrepetible de apostarle al
desarrollo rural. Dar un salto de modernidad
para el sector agrario sin duda requiere hacer
una profunda transformación educativa para
erradicar la pobreza en la periferia. Colom-
bia necesita de un Estado efectivo para en-
frentar tanto la problemática agraria como la
revolución educativa y como se mencionó no
se trata de asuntos excluyentes.
De acuerdo con James Robinson, existen ca-
sos de países exitosos económicamente que
se han basado en modelos de economía ru-
ral de pequeños productores y quizá no sea
necesario buscar tan lejos: el economista y
jefe de la Misión para la Transformación del
Campo, José Antonio Ocampo, destacó que
el café ha sido la mejor demostración de que
es posible generar desarrollo agrario a partir
de la pequeña propiedad en Colombia.
Entonces, ¿cuáles son los modelos educa-
tivos relevantes para el campo? ¿Cómo se
puede lograr una ambiciosa meta que pro-
vea educación y oportunidades, cambios tec-
nológicos, convivencia y capital social en la
sociedad rural? Sin el ánimo de sugerir una
solución única para cada problemática, es
posible asegurar que la institucionalidad ca-
fetera ha contribuido a desarrollar modelos
exitosos de alianzas público privadas que han
contribuido a solucionar tan importante reto.
Desde hace varios años, la Federación ha
promovido el relevo generacional en la cafi-
cultura sobre la base de modelos educativos
innovadores, de tal forma que se les brinde
a los jóvenes del campo las herramientas y
conocimientos básicos para realizar empre-
sas cafeteras exitosas y sostenibles. El progra-
ma Escuela y Café, que no solo ha merecido
importantes reconocimientos internacionales
sino que incluso se exportó al Vietnam, es
una clara muestra de ello. Este modelo busca
implementar una metodología que contribuye
con el fortalecimiento de la calidad, cobertu-
ra y pertinencia de la educación rural a tra-
vés de proyectos pedagógicos productivos. El
Comité de Caldas, pionero de esta iniciativa,
ha expandido el modelo educativo desde la
educación media hasta la educación superior
y la conexión laboral.
Son estas iniciativas de equidad, de bienes
públicos cafeteros, de educación relevante
en el entorno rural, las que constituyen la pie-
dra angular del nuevo Plan Estratégico de la
Federación, aprobado por los representantes
gremiales del país en el último Congreso Na-
cional de Cafeteros. Se trata de hacer una
revolución educativa en el campo, de pensar
que es posible generar en las regiones pro-
cesos virtuosos de desarrollo que se articu-
len con lo agroindustrial, con el comercio y
los servicios incorporando cada vez mayores
y mejores tecnologías que nos pongan en la
senda de la modernidad.