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Asistencia técnica o extensión rural


En múltiples ocasiones he escuchado a los profesionales de la Federación que visten la camiseta amarilla, que ellos pertenecen al Servicio de Extensión. Lo expresan con orgullo y convicción porque en la realización de su trabajo diario, se evidencia su labor como la de un extensionista rural y no solamente como la de  un asistente técnico.

Desde la misma creación formal del Servicio de Extensión de la Federación en 1959 se tomaron como principios fundamentales el “ser humano” y la “educación”, con  enfoques complementarios relacionados con  “educación para la familia”, la “capacitación para la producción”, el “mejoramiento de la productividad” y el “desarrollo comunitario”.

Hoy quizás se viven otras épocas, pero ni su objetivo humanístico como enfoque fundamental de este servicio ha cambiado, ni su perspectiva educativa ha variado. Esta es una Federación que siempre ha sido de Cafeteros y después de cafetales. Su condición gremial, conformada por personas que hacen parte de una Institución tienen en el extensionista de su zona a un profesional que a través de muchos métodos educativos contribuye a desarrollar capacidades para llegar a acuerdos de acción, a generar compromisos, a gestionar recursos, a escucharse, a analizar políticas, a hacer propuestas, a ser voceros de otros y a hacerle  seguimiento y evaluación a múltiples programas. Y para lograr todo esto es crucial interactuar eficientemente con la gente, no con un árbol.

Lo anterior no significa que el Extensionista Rural de la Federación no sea un excelente asistente técnico; debe serlo, entre otras razones porque una de las características fundamentales del desarrollo rural es la de la tener  una verdadera integración entre la investigación y la transferencia, en un cultivo el cual debe generar los mejores ingresos para el bienestar de las familias cafeteras.

La función de quien acompaña a estas familias, no puede pues limitarse a una asesoría tecnológica que debe ser la mejor, insisto, sino a un acompañamiento integral. La adopción de nuevas prácticas en los diferentes aspectos de la vida rural, no se logra sino cuando primero se llega a la familia y no al cultivo, cuando al extensionista no solo lo respetan, sino que lo quieren, cuando mira primero por dentro y luego por fuera, cuando hay permanencia en la vida rural y no solo mientras dure el cultivo y cuando utiliza muchos métodos para el aprendizaje y no solo es un verificador de programas.

Por eso ese Extensionista debe ser un agente de cambio y no un “solucionador” de problemas, que busca generar esos cambios en las actitudes, en las destrezas y en las habilidades de los cafeteros y sus familias. Quizás en estas palabras se resume el trabajo del extensionista: la actitud no es solo para cambiar de variedad o  para mejorar la densidad en un cultivo, la actitud también lo es para ejercer funciones de liderazgo, para consolidar su propia institucionalidad, para participar en la gestión de su propio desarrollo y el de su comunidad y para crear conciencia de paz.

El concepto de sostenibilidad hoy es multidimensional y la Federación no está en contra, por el contrario adopta e implementa conceptos hoy vigentes en el mundo. Las dimensiones sociales, económicas y ambientales no deben realizarse por un servicio con un enfoque exclusivo de asistencia técnica, pues el foco además de lo productivo y de la calidad del grano, necesita de lo organizativo y de lo ambiental para ser sostenible.

Precisamente, este servicio de Extensión de la Federación fue calificado como uno de los mejores del mundo por el MEAS, organismo que evalúa servicios de extensión en numerosos países y del cual hace parte universidades como la de Harvard e Illinois. Fue calificado así por su condición integral en el servicio y porque sus extensionistas se constituyen en personas que contribuyen al verdadero desarrollo rural de las zonas cafeteras Colombianas.

La asistencia técnica se refiere a facilitar el acceso a la tecnología disponible, la transferencia es el “proceso que comprende la generación, validación y ajuste de tecnología, con el objeto de facilitar la innovación y el uso de la adopción tecnológica” y la Extensión según Maunder es “un sistema o servicio que mediante procedimientos educativos ayuda a la población rural a mejorar los métodos y técnicas agrícolas, a aumentar la productividad y los ingresos, a mejorar su nivel de vida y a elevar las normas educativas de la vida rural”.

Además en una cumbre de extensión de la Federación en el año 2004, lo mismos extensionistas de la Federación de manera concertada expresaron su opinión: “El Extensionista es un dinamizador de procesos de desarrollo que pensando primero en el caficultor y su familia, articula en su quehacer lo gremial, lo técnico- económico y lo social, en aras de una caficultura competitiva y sostenible.”

No obstante definiciones distintas, es necesaria la complementariedad en la práctica de estos tres conceptos. Un Extensionista no podrá ser definido como tal sin la asistencia técnica, ni la transferencia de tecnología. Sin embargo, el concepto más integrador que nos permite dimensionar el desarrollo de las comunidades rurales es el de extensión rural. Al fin y al cabo La extensión rural es fundamentalmente la estrategia  mediante la cual los conocimientos, prácticas e ideas  se adoptan en las zonas rurales, a fin de motivar cambios que le apuntan a mejorar el bienestar de los cafeteros y sus familias.

En resumen, la Extensión Rural incluye adopción, integración, participación y sostenibilidad.

Carlos Aramando Uribe, Profesor Yarumo 
1996 – 2013